“Lo que está claro es que no pintaban lo que veían (…)”
En un antiquísimo ritual un hombre coloca sus manos en la piedra mientras otros dibujan los contornos con ceniza, arcillas y cal. Por encima de las numerosas siluetas se ven los trazos: caballos marrones, ciervos a trote, búfalos a trote con amenazadores cuernos. El rito pinta la cacería en las paredes y la hace eterno. Hoy 40 mil años después podemos ver la historia pintada en la caverna y sentir su furor.
Pero ¿Por qué mantenemos ese deseo de crear, de adornar espacios en blanco con imágenes? La respuesta más obvia podría ser la vocación de perdurar en el tiempo, preservar una imagen. Pero aun las primigenias obras de arte no eran solo representaciones de hechos, sino algo mucho más primordial: La interpretación de su realidad. La obra de las Cuevas de Altamira muestra las numerosas manos, enmarcando a sus presas, quizá como un rito de antes de la caza. Una manera de interpretar al unión de sus pobladores, la protección de una divinidad, la lucha en un mundo hostil para buscar su sustento. Su cosmogonía expresada en una escena cotidiana.
No pintamos lo que vemos, sino como lo percibimos. Aun el cuadro de la más curada técnica hiperrealista, o la fotografía son interpretaciones de un autor. Al igual que lo que hacemos, lo que miramos adquiere intenciones, y la mera observación tienen un impacto en la obra. Su valor es tal que incluso una obra que nos guardásemos para nosotros, evocaría un momento diferente de nuestra vida, sería vista por otros ojos y nuevas perspectivas respecto a la intención original. Y es esta interacción del creador y quien mira la obra lo que la vuelve imperecedera.
Entonces al crear, nos expresamos, cambiamos nuestro entorno, lo modificamos dejando un poco de nosotros en cada trazo y color. Tenemos algo que decir y compartir. Es este simple ejercicio una muestra de nuestra necesidad inherente de comunicarnos con los demás, de pintar nuestras manos junto con los otros que nos acompañan, necesitamos ser observados, valorados y tomados en cuenta en el grupo. Solos, no somos capaces de llevar a término la cacería. Así que empieza a dejar tu marca, compártela y muestra al mundo como percibes tu universo.
Por E. L. Cantillo. (Junio 2023)